La nueva pista de atletismo ya tiene nombre: Jorge Astúa Arias

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Por Jennifer Aranda | alajuelitasoy@gmail.com

Pista de Atletismo Jorge Astúa Arias es el nombre de esta nueva infraestructura del Estadio Municipal Aniceto Retana.

El Comité Cantonal de Deportes y Recreación de Alajuelita (CCDRA) decidió y anunció este merecido reconocimiento a don Jorge Astúa por su larga trayectoria y sus múltiples iniciativas en el cantón.

«Hay personas que también hicieron una gran colaboración en Alajuelita; pero, humildemente, les doy muchísimas gracias por el tiempo que se tomaron en aprender y saber las cosas pequeñas que hice en el cantón», expresó el homenajeado.

A sus 65 años de edad, Astúa será honrado públicamente por ser el Padre del Atletismo en Alajuelita, cantón que fue su cuna y casa por más de 63 años.

Su esposa Nora Bermúdez se refirió al respecto: «Jorge siempre ha sido muy humilde en estas cosas, en cambio yo soy más atrevida; siempre pensé que él se lo merecía: trabajó muchísimo y trazó todo un camino para lograr ver metas deportivas en el cantón».

Bermúdez concluye agradeciendo al comité actual por pensar en Jorge y otorgarle un reconocimiento en vida, que es cuando tiene que ser. Dentro de su orgullo de esposa y su gratitud, incluye a sus hijos y demás familiares que han visto el esfuerzo de Astúa.

Pero… ¿Quién es Jorge Astúa Arias?

Hoy el atleta vive en las tierras de Jiménez de Pococí, donde siembra, camina y busca estar en contacto con la naturaleza y con Dios.

«Antes de jubilarme, quería retirarme al campo y aprender a ser autosustentable con la siembra», señala el deportista, quien una vez por semana camina 14 km (ida y vuelta) para llevar el carretillo de la basura porque por su casa no pasa el camión.

«Jubilarse no es descansar, es hacer lo que no se pudo cuando se estaba trabajando. No es para estar quietos, sino para movernos», aclaró el imparable Astúa, para quien el deporte y la actividad física nunca deben considerarse sacrificio, sino honor.

Y para poder entrevistar a don Jorge, hay que contactarlo vía teléfono fijo porque ha renunciado a la tecnología en búsqueda de una mejor calidad de vida.

«Se nos agota el tiempo. Debemos aprovechar cada minuto. Hace cinco años no veo televisión ni redes sociales. Todo el tiempo lo dedico a la actividad física, a sembrar y a hacer mandados a pie», afirmó contudente y feliz el señor Astúa.

Sus hábitos actuales solo son reflejo de los pasados cuando se inició en la vida deportiva. Primero se interesó por el fútbol de barrio y por trotar, luego vinieron las carreras pedestres.

La primera maratón en la que participó fue la Maximalta en honor a su padre, quien en ese momento se encontraba en cuidados intensivos y ahora descanza en paz.

Otras carreras en las que Astúa participó fueron la de La Gloria, la del Contador, la de San Juan, la Santaneña y la de La Universidad para La Paz.

Pero su actitud deportiva no quedó en un esfuerzo individual para el solo, sino que se convirtió en un sueño y trabajo colectivo para apoyar a los más jóvenes del cantón y alejarlos de las drogas.

Con eventos callejeros Astúa y su esposa Nora atrajeron a niños y jóvenes. Hicieron pistas con cal para realizar carreras y llevaron a cabo diferentes juegos recreativos.

Jorge Astúa y Nora Bermúdez

En su entusisamo por hacer crecer la iniciativa y llegar más lejos, los esposos alajueliteños decidieron conformar una asociación. No se trataba de una tarea fácil, primero debían darse a conocer.

Recorrieron todos los distritos con festivales, construyeron un gimnasio en su propia casa y luego trabajaron de forma constante hasta llevar a los atletas a juegos nacionales y centroamericanos. Así dieron a luz a la Asociación de Atletismo Alajuelita 2001.

Uno de los deportistas más destacados en aquellos tiempos fue Maikel Periche, quien logró medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de San Pedro Sula en 1997. Su salto de 2.06 m y sus cuatro medallas de oro en los Juegos Nacionales de San Carlos resumieron la validez de los esfuerzos de Astúa y Bermúdez.

«No vamos a pasear, vamos a dar lo mejor», era la frase con la que Astúa motivaba y presionaba a los jóvenes. No aceptaba mediocridad ni conformismo, por eso procuraba que los participantes de la asociación fueran disciplinados, evitaran las malas juntas, manejaran un rendimiento académico satisfactorio y no consumieran drogas.

A pesar de que no contaban con apoyo económico, realizaban ventas para recaudar fondos y no cesaban los entrenamientos. Sus viajes a los torneos deportivos internacionales eran por tierra, sin aire acondicionado ni servicios sanitarios. Sin embargo, según señala don Jorge, cada niño estaba eufórico, vivaz e independiente.

Ahora, con todos estos recuerdos valiosos y la satisfacción de haber trabajado con y por el cantón, Astúa continúa guardando sus ideales y principios.

Sus dos hijos, Justin y Jackie, supieron seguirle el paso y hoy se dedican al deporte. La primogénita, de 27 años de edad, es taekwondista Cinturón Negro 1° Dan; y el menor, de 25 años, juega fútbol sala y levantamiento de pesas.

Jacquie, Justin y Nora

Pero don Jorge no ha cesado ni en hábitos saludables ni en sueños. Sus próximos dos proyectos son: a sus 70 años hacer 1000 km en 10 días y tres maratones seguidas; y a sus 69 años lograr un récord Guiness al caminar 6 km diarios durante 48 días.

Desde ya entrena, porque según explica, la preparación es esencial y no se lleva a cabo de la noche a la mañana.

«Alajuelita es de estrellas: el capitán Bryan Ruíz de la Selección Nacional de Fútbol, el goleador Yendrick Ruíz del Club Sport Herediano, la campeona mundial de boxeo Yokasta Valle y el talentoso exboxeador Humberto Aranda», señaló Astúa.

Para don Jorge, el cantón alajueliteño es una joya como su gente y a pesar de que hoy no vive entre las montañas de este cantón, declara que sus huesos serán enterrados en este llegado el momento.

Sin embargo, como hoy respira y puede moverse, continúa su vida de deportista y ultramaratonista. Practica y promueve valores como la entrega, el entusiasmo, la autenticidad y la humildad. Pero, sobre todo, el de morir com las botas puestas.